Semanalmente reviso tus cosas, antes de asegurarme de que
nada haya cambiado el miedo me gana, imagino en segundos una sucesión de fotografías
en las que estás vos y el amor. Eso me atormenta. Cuando estoy tranquila me
dedico a unir pedacitos tuyos para sentirte más cerca. “Es el océano” –dije, “ahí
no hay océano” –me respondió. Esta vez era claro: no había océano, yo lo
deseaba.
Ayer terminé de bañarme y pensé en esa creencia que afirma
que cuando el vaso es compartido, se conocen los secretos. Cuando se utiliza el
mismo toallón ¿quedará registro de los cuerpos? Da igual, yo sólo temo no poder
volver a tiempo.